bailabas al son de unas caderas gitanas
y su labia sin sentido
hipnotizaban tu mundo dormido.
Yo también podría contarte
de las innumerables noches
en que he deseado
el calor de tu cuerpo desnudo
tus manos recorriendo el mio
y tus labios húmedos
buscando el placer
de mis generosos pechos.
Amándonos bajo el manto
oscuro y mágico
de una noche prohibida.
Sucumbiendo a un mundo
de frenética lujuria
entrelazando nuestros
cuerpos sudorosos
dejándonos llevar
por el ritmo agotador
del placer y del deseo
convirtiéndonos en uno .
Bajo el manto
oscuro y mágico
de una noche prohibida
Pero mis labios callan
con pudoroso afán
pues hay intimidades
que es mejor guardar