Tú no necesitas de mi, es cierto,
pero yo aun necesito de ti.
Porque muchos han sido Padres
Pero ninguno como tú.
Porque aun sin serlo
te has quedado para serlo.
Eras tú la dulce voz
que consolaba mis noches
de desvelo.
Eras tú la suave mano
que mecía mis sueños
de niña.
Eras tú el pan cansado
que mitigaba el hambre
en tiempos de escasez.
Eras tú el juego alegre de una niña,
a quien, subida en los hombros
intercambiabas cabellos por sonrisas.
Ahora que el tiempo
ha cubierto de gris el solaz
y a tornado el paso en lenta sabiduría.
Deja que sea yo
la voz que guié tu andar,
la luz para tus ojos cansados de mirar.
Deja que sea yo
tú pan, tú alegría,
la cuna que mesa tus últimos suspiros de sabiduría.
Porque...
Tú no necesitas de mi, es cierto,
pero yo aun necesito de ti
(A mi padre)