Hay ataduras
que no se elijen
y que hacen la vida
mas difícil de llevar.
Hay otras que
comienzan siendo
dulces como la miel
y luego amargan como la hiel.
Pero hay otras
dulces e indefensas
que nunca cambian
en su esencia.
Desde el momento
en que elijes su presencia
se forman lazos invisible
que jamas serán tú atadura.
Pues, si bien lo piensas
tú has elegido ser su atadura.
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