Jugamos a ser invencibles
columpiándonos en brazos de la mentira
y el tiempo nos alcanzó con su implacable
verdad.
Pequeño tesoro de incalculable valor,
albergado en lo profundo de ti y de mi.
Guardianes de su destino.
No supimos conducirlo a tierra firme.
No supimos abonar su crecimiento.
Ahora cenizas de un proyecto inacabado.
Frágiles semillas entre estiércol maldito.
Náufragos de un barco a la deriva del dolor.
Qué fuimos, que somos!?
Promesas clavadas a la luz de la cruz.
Mentiras que crucifican el alma y no redime el amor.
Fuiste, fuimos y ellas, qué serán, qué será de ellas.
Odio no es la palabra, tampoco amor, esa fue
la única verdad, tan poco amor.
Tu me hiciste, yo te hice, nos hicimos y no fue el amor,
sino una violación a los valores más puros que nos unieron.
Victima y verdugo, descuartizando el cuarto de la intimidad,
la integridad, la verdad, la honestidad.
Cadáveres de un ayer envueltos en mortajas de dolor,
de desconsuelo, de adiós.
Hoy el perdón se escurre entre mis manos,
único tesoro que no quiero perder.
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