Y siempre es nuevo el dolor en cada despedida.
Acostumbrarme quisiera pero mi alma terca vuelve a llorar
la partida.
Si tan solo el consuelo de saberos de vuelta a mis brazos
trajera la calma.
Traviesas mariposas del recuerdo que en torpes andares
convierte el paso.
Mi corazón quiere gritar, pero la razón que contempla desde
lejos sabe que a mis brazos volverán.
Y el tiempo se vuelca en mi regazo eterno y vacío.
Llenarlo, he de llenarlo, un poema, una ingeniosa reproducción
del tiempo sin tiempo entre mis brazos.
Porque siempre sera nuevo el dolor en cada despedida.
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