en tu pecho la semilla certera bajo las primeras
gotas de rocío. Deseas del generoso fruto que
lleva guardando la mariposa bajo la sombra del
sauce y sobre alfombras de margaritas, allá donde
los cielos son azules y el manto blanco de un beso
congelo los días del recuerdo.
Hueles a tierra mojada esperando a que afrodita
toque con sus dedos y haga brotar la miel
que se esconde en los laberintos del querer,
que solo en brazos del buen amor saben ser.
Hueles a infinitos caminos de nostalgia
que han sabido cruzar las nieves del tiempo,
sin tantas caricias en el alma, con tantos anhelos
por cumplir olvidados a la intemperie del deber.
Hueles a humanidad, a perfecta creación,
a savia que resuma por los poros de la vida,
a imagen y semejanza de su propia orbe.
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