En el breve instante que habitamos
el mismo silencio y nuestras miradas
cruzaron el abismo de lo desconocido
fuimos alma y eternidad.
Esencia de sabiduría que en cada
vida hallada guardando van mis pasos
y multiplicados los tesoros nunca abandonan
el recuerdo de un día cualquiera cruzando
la esquina del silencio.
En la gratitud de tu compañía crecieron mis pasos.
Cada roce de vida que cruzando va mi sendero
es la bienaventuranza que alimenta mi vivir.
Y en gratitud se descubre también el velo que lleva el
adiós, volveremos a rendirnos ante el silencio de un
nuevo roce de vida y juntos creceremos en sabiduría
como semillas esparcidas por el viento.
Solo hemos de encontrarnos para acoger y recoger
siendo por siempre complemento de vida
como el instante en que fuimos
alma y eternidad.
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