Los domingos huelen a tostadas
con miel, a cascaras de manzana,
a leña quemada, que se consumen
muy lentamente en un bracero de
recuerdos.
Aroma de domingo que pasea por
las estancias de una casucha de madera
impregnando todo en derredor.
En el rastro dos sencillas siluetas, tan humildes
como bellas, preparan toda la escena que emanando
va de aquel cálido aroma, arrastrándote hasta mi ahora,
hasta tu ahora de paso lento y confuso presente...
Pero que aun huele a domingos de tostadas y miel.
A mi padre...