Es extraño el silencio cuando no hay mariposas
que revolotean con sus vivos colores.
Las paredes se convierten en historias silenciosas
que ahogan el recuerdo de tantos momentos
felices y otros no tanto.
Historias que van quedando plasmadas
en cada recoveco de aparente materia inerte,
coparticipes de la vida y de la muerte
de miles de recuerdos adheridos a cada partícula
que componen cada habitación.
Muros silenciosos cómplices del recuerdo
de quienes los han habitado.
Ellos albergan momentos irrepetibles en el tiempo
de otros antes que nosotros
y de ellos después de nosotros.
Portadores de lazos invisibles de humanidad.
Testigos silenciosos de sueños e ilusiones
dejados en la intimidad.
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