sentado en un banco del parque
fue maravilloso contemplarte.
Aunque estabas tan absorto
en tus pensamientos,
que olvidaste alsar el rostro
para descansar tu mirada en la mia.
Y por un breve instante me atreví
a sentarme a tu lado,
embriagada por el aroma de tu piel
y el calor de tu cercanía.
Pero mi presencia no te causo
ninguna inquietud,
pues, fue tan silencioso el encuentro
que la despedida casi no dolio.
Ahora pienso en que si me hubieras mirado
si te hubiera tocado,
sabrias que el mundo no solo se escribe en un cuaderno,
ni en las prisas por llegar, ni en las rutinas por contar.
Si me hubieras mirado, si te hubiera tocado
sabrias que hay un mundo más allá de tu mundo
silencioso, casi imperceptible y maravilloso.
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