Pediré al viento que no deje de pasar
por cada rendija que en mi vida se ha
de colar.
Pediré al sol que no deje de alumbrar
en cada amanecer de mi existir.
Pediré al mar la inmensidad de su bondad
quien por ella no inunda a esta humanidad.
Y de la paz de las montañas pediré también
por si alguien quisiera por siempre en ella
habitar.
Pediré al fuego que no devore los sueños
de los hombres y que por siempre sea
purificador de la verdad.
Pediré al cielo y su bondad que habra las
fronteras que limitan la razón de la libertad.
Y de la lluvia pediré las renovadas gotas de
esperanza para que nunca falte en el alma
el renacer de cada día.
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