Sucedió mientras dormía, no lo pude evitar,
quizás si mis ojos abiertos no se habría
ido al mar.
En el rugir de las olas hundió el silencio
su voz, la quietud que proseguía a mi
sueño despertó.
En el vientre una inquietud a mis pasos
apresuro, mi niño ya no dormía en su
cunita de amor.
Las pupilas encharcadas por todos lados
buscaban ver su carita de sol y en su lugar
pequeños pasitos que al mar de la nada
fueron a encontrar el adiós.
Mecen olas de tristeza que en vacíos brazos
acuna la muerte una nana, vuelve mi niño
que en esta orilla quien muere soy yo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.