Ellas vuelven a estar ahí,
rosas, malvas y violetas,
todas juntas y revueltas.
Un miedo entonces, ensombrece
el camino por donde ellas quieren
escapar, las incauta y no les permite
respirar. -No puedo! grita desesperada
la tristeza, pues un jubilo de alegría
quiere robar su lugar.
Y entre tanto la noche mece el desvelo,
adormece el silencio y en un dulce revoloteo
se anuncia lo que se reprime.
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