Por qué, nunca hablan los Domingos de ti.
De tus largos paseos, de tus sueños despierto,
o tal vez, simplemente del aroma de tu piel.
Por qué, el Roble se convierte en el Sauce
que llora y llora,
cuando no estas junto a él.
Por qué, la briza que acaricia tu rostro
no me trae tu beso dormido,
en un Diente de león escondido.
Por qué, si las Margaritas han dicho
que me quieres mucho,
los Domingos aun no hablan de ti.
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