Aveces, de una mirada
se queda el alma prendada.
Y un solo, no es un solo,
sino, un para siempre.
Porque las ventanas del alma
nunca mienten.
Solo se equivoca aquel
que tiene miedo a descubrir
que aveces, una mirada
no es solo una mirada.
Es el encuentro fortuito
entre dos almas
que han quedado encerradas
en vidas equivocadas.
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