Que lejos han quedado, aquellos días,
de paseos in terminables,
de miradas que coqueteaban con el futuro.
Y un sencillo helado endulzaba y refrescaba
el deseo que crecía en nuestros labios,
de un beso a todas horas.
Que lejos ha quedado,
la tímida caricia del deseo,
el anhelo,
de un nunca te vayas.
Y la ilusión,
de un por siempre y para siempre.
Pero, yo aun quiero
esos largos paseos junto a ti.
Y quiero miles de helados con sabor a ti.
Y no quiero que tan solo sea la briza,
la que acaricie mi cuerpo dormido.
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