Manipulas el amor sincero
que un día el alma te obsequio.
Manipulas el cariño
que brota de una joven flor.
Manipulas la esperanza de los días
y del que mendiga tu atención.
Y hasta el lento paso de la sabiduría
te atreves a manipular.
No hay nada en lo que la verdad
se pueda afirmar.
Todo es obra de un mal querer.
Cansados los pasos llegan hasta
la puerta del adiós.
Y sin muchas fuerzas para abrir
el cerrojo saben que deben
dejar tras de si
la voz traicionera de la
manipulación.
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