Quisiera entonces, que un beso mio
sellara tus labios y que solo mi aroma
fuera la estela que siguieran tus pasos
hasta la eternidad del abrazo que
transporta el deseo de amar mas
allá de la mortal desnudez.
Y que soñarte fuera no una utopía
sino dulce realidad hasta el fin de
la propia existencia.
Quisiera contarte todas las noches
como parte de mis días y que en cada
hora vivida se asomara tu nombre no
desde el recuerdo lejano de alguna vez
un día sino desde las horas ciertas de
cada día.