Los bosques de mi memoria
se componen de frescos aromas,
intensos como la lluvia de aquellos
días en que el futuro no era tema de
interés.
Correteando con más fuerzas cada
vez, tocan a mi puerta los colores del
ayer, quien diría que algún día formarían
caminos de añoranza y que por ellos volvería
mi infancia otra vez.
Los gigantes olorosos, de eucaliptos han
de ser y con sus verdes copitos un incienso
he de hacer, por las orillas del rió un gran tronco
es la barquita que cruzando va los mares que ya
nunca volveré a navegar.
Y en medio una casucha tan acogedora
como sencillo su querer, viene ella a recibirme
con su abrazo maternal y en un nudo la garganta
contiene la fresca añoranza del ayer.
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