Desliza pues, amor mio,
tus artes de entregado músico.
Y toca no para mi, sino en mi
la apasionada melodía que llevan
guardando tus besos desde que me fui.
Componme a tu bene placito
pon acento a mi acorde roto
llévame a cabalgar por las notas
de tus deseos.
Que un suave adagio nos inicie
el camino, que en el allegretto
se acompasen nuestros cuerpos
desembocando en un allegro
tembloroso y apasionado
para volver a tempo de
la ternura.
Interminable sinfonía para dos
tras, cuya breve caesura vuelven
briosos los acordes a sonar.
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