Quiero, pues, ser la única heroína
de todos tus cuentos, la musa de tus pasos,
la dama de tu vida.
Nunca a medias caminar junto a ti quiero,
sin que tu voz deje de pronunciar mi nombre.
Mas tu alma liberar no puedo de los ajenos
brazos que en el recuerdo no acaban de morir.
Solo puedo, pues, liberarte de los míos y que
tu alma sin miedos al fin, cabalgue hacia la
libertad infinita de ser quien debes ser.
Ni oro, ni plata pueden dar seguridad a mis pasos
mas que la fuerza de un amor convencido de que
el único sello que marca su historia debo ser yo.
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