No es el cuánto
es el por qué.
Por qué no puede durar toda una vida.
Tu y yo no nos hemos buscado,
nos hemos encontrado como a las
muchas personas que a diario vamos
encontrando en nuestro camino.
La sublime diferencia han sido
los latidos que al tiempo han despertado
en nuestros corazones.
Al fin y al cabo, amor mio,
un por qué lleva implícito
siempre un qué y conlleva
finalmente a un quién.
Y ese quien somos tu y yo
convertido en nosotros.
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