Se humedece la mirada
al descubrirse enamorada
del encanto que provocan
las palabras que se dicen
con el alma.
Dulce y sutil es la belleza
que esconden,
como la lagrima
que rodó por mis mejillas
sin que fuera de tristeza.
Y de mis labios florece
sin que queme demasiado, aún,
un tímido te quiero.
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