Recuerdas aquel día
cuando consolabas mi tristeza
aun no siendo tu la causa de ella.
Y aquella noche
en que te invite a venir sigilosamente
y tu respondiste sin ser respuesta.
Desde aquel día
y quizás, desde mucho antes
he pretendido que pronunciaras
mi nombre.
Aunque ahora pienso
que al igual que el tuyo
se escribe de mil maneras
y se pronuncia
en el rugir de las mareas.
También discurro en la feliz
confusión de ser o no ser
que te arrojo a la orilla
de mi curiosidad.
Y no se, la verdad,
en que tramo del camino
se confunden tu verso y el mio
Pero la dulzura, sensibilidad y belleza
de tus pasos me impiden abandonar
lo que comenzó como un juego
y hoy forma parte de mi andar.
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